Al igual que sus predecesores en el capítulo kirchnerista, Liliana Mazure llega al Incaa sin tener muy en claro en qué dirección apuntar su administración y con el antecedente de al menos un quebranto cinematográfico, la vinculación con los negocios de Enrique Albistur y el haber sido la productora y directora de una obra cinematográfica de reciente estreno, lo que supone un conflicto de interés frente a la gestión que desempeña. Pero no es la primera vez que esto sucede, y la carga suele acomodarse sobre la marcha.